La auriculoterapia puede utilizarse para el tratamiento tanto de enfermedades agudas como crónicas, permite utilizar estímulos semipermanentes. Por el contrario, el tratamiento tiene nulo o escaso resultado después de realizar un gran esfuerzo físico o mental; por este mismo motivo, no se recomienda realizarlo a personas que tomen altas dosis de psicofármacos, que tengan enfermedades hereditarias o trastornos degenerativos, esquizofrenia, depresión endógena, anemia, principios de apendicitis, enfermedades contagiosas y de transmisión sexual y, por último, enfermedades que afecten a la médula espinal.